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lunes, 10 de julio de 2023

> MODOS DE HACER, MODOS DE SABER Y PARADIGMAS INSTITUCIONALES. DINÁMICA DE LAS PRÁCTICAS ARTÍSTICO-VISUALES CONTEMPORÁNEAS LOCALES

 

Jornadas permanentes de Investigación - Departamento de Artes Visuales UNA

Visualidades e imágenes 

Quiero comenzar por un término, y no es un juego de palabras. Sino una referencia a un concepto que hace imagen de un sistema, que no deja de producir imágenes, imágenes que nos involucran como partícipes de actos necesarios para que estas acontezcan.

Ese término-sistema, tiene la particularidad de implicar el fin para miles de millones de individuos de miles de especies. Nominado de distintos modos, Antropoceno, nombra también el fin de un paradigma, el de la modernidad. Paradigma donde lo antropológico, hábilmente separado de lo cosmológico, operaba a partir de cierta exclusividad de lo humano como centro de toda producción de conocimiento para su exclusivo beneficio: el de la reproducción de la especie y del sistema inmune que la albergaba.

Antropoceno, como corresponde al conjunto de fenómenos complejos de la nueva era a la que nomina, y a los espectros que forcluye, tiene a su vez diferentes avatares: capitaloceno, plantacioceno, tecnoceno, que toman su lugar entre los claroscuros de esas diferencias, que no implican a la diversidad.

El término surgido en la primera década del 2000 a través del holandés Paul Crutzen, premio Nobel de Química, designa la transformación de la especie humana en fuerza geológica, es decir, en un fenómeno "objetivo", un "contexto" o "ambiente" condicionante, que se paga con la intrusión de Gaia en el mundo humano, que le da al Sistema Tierra la forma amenazadora de un sujeto histórico, un agente político, una persona moral.

Semejante enredo nos lleva a considerar en la complejidad de sus efectos presentes y futuros (identificados por los daños irreversibles de nuestros hábitats) la importancia que adquiere en ese nudo no orientable, la noción de conocimiento situado. Punto surgido de las epistemologías feministas para reorientar desde las visiones de las complejas intersecciones entre biología, feminismo, tecnología, cultura, antropología, geología y mundos multiespecies. Conocimiento situado que es perspectiva parcial, lugar del enunciador, relacionados con un modelo óptico, una tecnología de la visión que necesariamente implican un posicionamiento:

Desde donde vemos y conocemos?

Que limita nuestros saberes?

Como vemos y conocemos?

Para que mirada investigar; hacer arte?

Con quienes y desde quienes?

La práctica, el uso y los modos de hacer y de qué hacer con las imágenes, se convierte en un asunto complejo, una operación con lo contingente surgida de los agenciamientos heterogéneos que las evidencian, para posibilitarnos los modos de saber cómo sabemos, de percibir los límites de las epistemologías surgidos de esas multiplicidades y situados (multi-situados) por esos agenciamientos.

Desde el modelo óptico freudiano, imaginado epocalmente como un microscopio, en el cual la imagen se produce en el interior del cuerpo del mismo


al modelo lacaniano, donde se ensamblan el ojo, un espejo plano y un espejo cóncavo,

la modernidad desplaza el dar a ver/conocer de la imagen del cruce entre óptica, medicina y literatura, asumido por el dispositivo freudiano, al que surge de la relación entre óptica, lingüística y topología que propodrá Lacán, a la actual posibilidad de visualizar la primera imagen real, de un agujero negro agujero negro supermasivo, ubicado en el centro de la galaxia M87, a 54 millones de años luz, mediante la Red de telescopios del Event Horizon Telescope (Telescopio de horizonte de eventos), una red de 19 centros de radiotelscopios como “ALMA”

distribuidos en el planeta, que organiza un dispositivo en red que transforma la superficie de la tierra en una cámara astronómica del tamaño del planeta y dentro del cual habitan unos pequeños mamíferos que viven dentro de ella.  Hemos pasado del exterior del fenómeno al interior del mismo, como si estuviéramos dentro del microscopio.

La separación moderna entre lo antropológico y lo cosmológico, como en una banda de moebius nos hizo transitar del exterior al interior mientras recorríamos su borde. 

La nueva imagen es lo opuesto a lo que podríamos denominar un espejo, pues no nos muestra a nosotros (los pequeños mamíferos) en el mundo, sino que no da a ver el abismo en el cual nunca podremos reflejarnos. “Ese vacío inconsciente que succiona estrellas, es ciego y sordo frente a nuestra orientación respecto del horizonte”

De esa imagen del agujero negro solo tenemos una espectralidad, unos pocos datos, información de unas cuantas decenas de puntos de una foto de in-numerables píxeles. El resto de la fotografía debe construirse entre la combinación de los datos conocidos y lo que esperamos/especulamos con ver. 

Un campo epistemológico al que podríamos denominar “salvaje”, implicado en cambios de escala que nos alejan de los tiempos modernos.

Un paseo por el paisaje, o una deriva por el territorio nos ubica, a la vez, dentro y fuera de la fot De acuerdo con el encuentro de heterogeneidades particulares que anudan y activan la agencia entre humanos y no humanos, del cual surgen múltiples “puntos de vista”, diversos modos de “enunciación”, que nos posibilitan, como la foto del M87 acceder a unos pocos pixeles de “la foto del sistema”.

Nadie observa la Tierra globalmente, nadie observa un sistema ecológico desde ninguna parte, ni el científico ni el ciudadano, ni el productor agropecuario ni el ecologista y, no lo olvidemos, tampoco la lombriz. La naturaleza ya no es lo que se abarca desde un punto de vista distante al que el observador puede saltar idealmente para ver las cosas “como un todo”, sino el ensamblaje de entidades contradictorias que deben ser compuestas como un conjunto.

En ese punto el arte adquiere una potencia cosmopolítica para re-imaginar conexiones transversales, desobediencias transdisciplinares, que resultan de los “entre campos” de conocimiento; conexiones que no dependen necesariamente de las distintas lógicas disciplinares, sino del nudo surgido de aquellas que de forma contingente, resultan de tal o cual agenciamiento, producen tales o cuales espectralidades.

Considerar las prácticas artísticas desde sus modos de hacer/saber, permite comprenderlas en su dimensión de tácticas visuales ampliadas, que articulan agencial y heterogéneamente un conjunto de operaciones de y entre lenguajes y materialidades críticas y contingentes, que desde lo cotidiano se configuran como bloques de perceptos y afectos. Esa contingencia produce, media y traduce haceres y saberes; “desvíos” y transformaciones, que instituyen articulaciones múltiples y situadas de actantes humanos y no humanos; a través del uso simbólico y operacional de las memorias materializadas como archivos, infraestructuras, espectralidades; que al abordarlas como sistemas regulan la aparición-desaparición de enunciados y sus efectos de mundo, con la consecuente persistencia-borradura de fósiles, acontecimientos, conceptos, objetos y modos de hacer/saber, cotidianos y porvenir.

El desplazamiento de la definición simbólica y metafórica de la acción humana a una literal es justamente a lo que alude el concepto de antropoceno: todo lo que era simbólico debe ser tomado ahora literalmente. Aquellos agrupamientos humanos, a los que llamábamos culturas, solían “dar forma a la Tierra” de modo simbólico; ahora transformados operacionalmente, lo hacen de modo real. 

La apertura a las lógicas no-binarias configuradas como modos de hacer/ saber, de construcción de memorias y disidencias, son una apertura a interrogarnos acerca de que historias cuentan historias, que imágenes imaginan imágenes, hacen mundos.

Aquellas que como anudamientos complejos y ficcionales, operan entre cambios de escala, entre sistemas, crean las condiciones de posibilidad desde las cuales lo heterogéneo entrama las materialidades con lo espectral, como un anacronismo que retorna sintomáticamente y actualiza el presente, produce futuridades. Podríamos definir esos haceres como lo hiciera Warbourg, como la práctica de “una ciencia sin nombre”.

Haceres y modos de existencia expresados como multiplicidades, en la continua y contingente tarea de representación humano-no humano, de aquello que aparece/desparece y solemos definir como mundos o hábitats.